Todos tenemos secretos. Pocas afirmaciones pueden sostenerse más rotundamente desde que el ser humano pisa la tierra. Hasta hace unos años nuestros secretos morían con nosotros, salvo casos excepcionales donde la consciencia obligaba a algunos a dejar su confesión escrita en unas notas. Ahora nuestros secretos no acaban con nuestra existencia. Quien más, quien menos, tiene un alter ego virtual, una existencia paralela en Facebook, Instagram, Twitter, Tik Tok o cualquier otra red social. Algunos, a parte de esa vida paralela, mantienen una vida alternativa, oscura, y muchas veces antagónica a su existencia real.
Erasit nació con la idea de que las identidades virtuales de cada uno acabaran cuando la vida real de la persona se extinguía. Los perfiles, los mensajes, los comentarios desafortunados, las fotos inapropiadas y los secretos más inconfesables desaparecen gracias al trabajo de Erasit y sus borradores. Sus cajas protegen cualquier cosa que los clientes deseen esconder y cumplen su voluntad de destruir o entregar su contenido a las personas indicadas por contrato. Confesiones, amores, penas, odios, temores, todo cabe en las cajas de seguridad de Erasit a la espera de cumplir la voluntad de sus clientes.
La bondad y la maldad se asoman a las páginas de El borrador, el horror y el amor, las pasiones y el dolor. También las últimas voluntades y deseos, la sordidez y la luz.
No siempre estamos preparados para asomarnos al precipicio de la ambigüedad del ser humano. No existe la pureza, todos somos tan malos como buenos, solo que algunos entre nosotros se balancean con más peligro entre los dos extremos y están dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias la voluntad de sus seres queridos.