Guillermo Fernández-Shaw Iturralde. (Madrid, 1893-1965), libretista de zarzuela, autor teatral, periodista y poeta, era hijo del también poeta y libretista Carlos Fernández Shaw. A los 17 años ingresó como redactor en el diario La Época, en el que estuvo hasta su cierre en 1936.
Recordar las grandes zarzuelas de Guillermo Fernández-Shaw, muchas escritas en colaboración con Federico Romero, es referirse a las más importantes del género: La canción del olvido (1916) con música de José Serrano; El caserío (1926), La meiga (1928) y Peñamariana (1944) de Jesús Guridi; Luisa Fernanda (1932), La chulapona (1934) y Monte Carmelo (1939), de Federico Moreno Torroba. Con música de Amadeo Vives: Doña Francisquita (1923), La villana (1927), Los flamencos (1928) y Talismán (1932).
Jacinto Guerrero puso música a La sombra del Pilar (1924), Las alondras (1927), La rosa del azafrán (1930), La Cibeles (1936) y Loza, lozana (1943). Pablo Sorozábal redactó No me olvides (1935), La tabernera del puerto (1936), ¡Cuidado con la pintura! (1939) y La Rosario o La Rambla de fin de siglo (1939).
A partir de 1947, Guillermo Fernández-Shaw trabajó con su hermano Rafael. Juntos dieron a conocer un importante número de obras en una de las épocas más complicadas de la historia de la zarzuela. Entre ellas destacan: La duquesa del candil (1949) de Jesús García Leoz, Byron en Venecia (1949) de Eduardo Aunós, A todo color y Colorín colorao…(1950) de Manuel Parada; La Lola se va a los puertos (1951) con música de Ángel Barrios, El canastillo de fresas (1951) de Jacinto Guerrero; El gaitero de Gijón (1951) de Jesús Romo; María Manuela (1955) de Federico Moreno Torroba; Sol de Levante (1965) de Ernesto Pérez Rosillo y El Cid Campeador (Inédita) de Arturo Dúo Vital.
Guillermo Fernández-Shaw fue, además, gestor de teatro, y hasta empresario, en distintas etapas de su vida. En este apartado destaca su actividad en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid, en cuya remodelación de 1956, tuvo una importante intervencióncomo delegado de la Sociedad de Autores Españoles, propietaria entonces del local.
Fue Consejero de la SGAE en distintos años, Vicepresidente 1º del Círculo de Bellas Artes, y Vocal de la Asociación de la Prensa.
Se conservan unos 700 artículos periodísticos de diversas temáticas y más de 600 poemas. Escribió una biografía de su padre, (Un poeta de transición. Vida y obra de Carlos Fernández Shaw), la pequeña historia de la gran ópera de Falla (Larga historia de La vida breve), y unas interesantes memorias teatrales (La aventura de la zarzuela.
Memorias de un libretista).