“Hacer de paciente” no es fácil. Tienes que explicar unos síntomas, unas molestias íntimas y quedarte “desnudo” ante una persona aséptica, vestida de blanco y que suele tener mucha prisa. “Hacer de médico”, tampoco es fácil. Los médicos de familia son los especialistas de la incertidumbre. Nunca sabes para qué o quién traspasará la puerta. A veces, es una consulta banal, un trabajo burocrático, una enfermedad grave, una persona que llora…
La comunicación, principal herramienta para conseguir un diagnóstico precoz y ganar la batalla a una enfermedad, puede ser una muralla tan frágil como la brisa.
Situaciones de estrés y dramáticas se viven con frecuencia en una consulta de primaria, pero se dan también escenas cómicas que suelen ser provocadas por desequilibrios lingüísticos. Escenas que seguro provocarán las carcajadas en el lector y que pueden ser herramientas que derriben esa muralla tan frágil como una brisa.
“—¿Qué si arranca?
—Pues sí, y de color verde y espeso.
—Vamos a ver que hay. Se ME sienta y lo auscultaré.
El señor se levantó de la silla y observé extrañada que, cojeando y a ritmo lento, en lugar de dirigirse hacia la camilla se acercaba hacia mi. Me quedé estática. No reaccioné, como si fuera tan sólo una estatua de sal.
El abuelo sorteó la mesa y, ante mi sorpresa, se me sentó en la falda.”