A lo largo del siglo XX, entre 1922 y 1996, aproximadamente 30 000 mujeres de entre 9 y 89 años, pasaron por las Lavanderías de la Magdalena en Irlanda. Un tercio de ellas estuvieron recluidas tan solo unos meses. Miles permanecieron durante años; algunas fueron ingresadas varias veces, y otras no salieron jamás y murieron en la institución.
El 6 de noviembre de 1941, se aprobó en España el Decreto de reorganización del Patronato de Protección a la Mujer (que estaría en funcionamiento hasta 1985), al tiempo que se publicaba el Decreto de creación de las Prisiones Especiales para Regeneración y Reforma de Mujeres Extraviadas (Caídas).
Las razones para que las mujeres fuesen encerradas en las Lavanderías o en los centros del Patronato fueron muy variadas y, en general, extremadamente arbitrarias. En algunos casos, el único motivo era el ser madres solteras, incluso cuando el embarazo se hubiera producido como consecuencia de una violación, sin que los victimarios fuesen perseguidos ni castigados.
Se trata, tanto en Irlanda como en España, de la aplicación de unas políticas específicas de represión y punición que atraviesan el cuerpo, la sexualidad, la vida, de las mujeres y las niñas. Políticas basadas en el cruce de tres sistemas de poder: el sistema patriarcal androcéntrico y su política sexual que castiga en las mujeres toda real o supuesta libertad sexual, mientras no solo la tolera, sino que la fomenta en los varones; el poder de la Iglesia Católica, a cuyo cargo estaba todo este aparato de control, represión y castigo de las mujeres; y el poder de los Estados, el Estado Libre Irlandés y la dictadura franquista y su nacionalcatolicismo, que obtienen beneficios políticos y económicos de su absoluta complicidad con la Iglesia Católica, explícita en el caso franquista, más sutil en el caso irlandés.
La incidencia política de organizaciones de la sociedad civil ha conseguido la puesta en marcha de investigaciones y la aplicación de esquemas de reparación en Irlanda. Nada similar se ha producido todavía en España.