Nací en Valencia en 1959 y me siento un privilegiado por seguir viviendo aquí.
En 1977 inicié las carreras universitarias de enfermería y medicina, y cuando terminé la primera en 1980, me estrené en el mundo laboral. Poco después me independicé y detuve mis estudios de medicina para retomarlos más adelante; cosa que nunca sucedió.
Algunos años más tarde me interesé por la informática e inicié mi nueva andadura profesional en una pequeña empresa de programación. Más tarde, creé mi propio negocio y, desde entonces, he realizado proyectos y aplicaciones de diversa índole.
Soy el menor de tres hermanos: diez y trece años menor. Por lo que siempre ha habido una evidente barrera generacional entre nosotros que no ha impedido que nos quisiéramos a rabiar. Ricardo y Arturo nacieron en plena posguerra y tuvieron que buscarse la vida pronto: había que ayudar. Yo, en cambio, aparecí rozando la década de los sesenta y ya no había tanta necesidad. Sospecho que ellos influyeron en parte en que yo tuviera una vida más cómoda y que pudiera dedicarme a estudiar, una tarea que a ellos les había resultado escurridiza desde cualquier ángulo. Siempre les estaré sumamente agradecido.
Me gustó escribir desde mi adolescencia: unas veces, porque deseaba expresar a los demás lo que sentía; otras, porque eso me ayudaba a entenderme mejor; y las más, porque me divertía.
Soy un apasionado del deporte y de las artes en general. Amo la música y me entretengo de vez en cuando tocando el piano o la guitarra.
También soy un cinéfilo irremediable y, para mi sorpresa, en los noventa obtuve una mención especial en el IV Concurso de Guiones Cinematográficos de Quart de Poblet (Valencia) por «Soledad impuesta». Este pequeño acontecimiento me hizo suponer que mi camino de escritor había comenzado. Por desgracia, tuvo que pasar mucho tiempo para que escribiese una novela de la que sentirme satisfecho. «Historia de un cuento» es esa novela.