El autor de este libro es un gran bebedor. Su sed no se ha saciado ni con Miguel Hernández, ni con Javier Marías, ni con Camus, ni siquiera con Nietzsche. Dostoyevski la calmó muy superficialmente, y Kafka la renovó. Sin embargo, esta sed no es mortal ni asesina. Espera seguir bebiendo el tiempo que toque, con alegría y buen humor. Aquí hemos recopilado lo esencial de su obra poética, para uso y disfrute del buen lector (y el no tan bueno). Antiplatónico declarado, tiene un odio acérrimo al libro en formato digital, al que espera dar muerte algún día (sabedor de su dura misión, casi imposible). Poco más se puede decir de alguien de quien sólo conocemos escritos y referencias a grandes escritores. Sin embargo, y para concluir, decir que su corazón tiene dueño: es un pequeño ente dotado de cuatro cuerdas, clavijas, un puente y varios elementos más: no intentéis, pues, conquistarlo.