«Hay un viejo dicho que dice: “Intenta torcer la voluntad de un hombre para que sirva tus intereses y te encontrarás un enemigo. Hazle creer que la idea ha sido suya y tendrás un aliado”. Así que intentaré aparecerme ante los ojos de Bush como la voz de su conciencia, la de La Santa Abstinencia, la de La Madre de todas las Botellas o el Tormento del Sediento, eso me da igual. Lo importante es hacerle creer, mientras se recupera de su desmayo, que ha tenido una súper epifanía.» «El hacker siempre escapa por la ventana a no ser que esté muy gordo. En ese caso, espera tranquilamente sentado sobre su silla de trabajo para mantener una conversación conciliadora con sus perseguidores. Muere de un tiro en la frente a los pocos segundos de iniciar la conversación —no había química con sus perseguidores—, pero no sin antes haber conseguido enviar la información al protagonista de la película, normalmente, un tipo delgado.»